El verano y la arena
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Imagina que el verano permanece y somos nosotros los que nos hemos ido. Como un escenario que se queda vacío hasta el próximo año: las olas resonado huecas contra la playa desierta; una raja de sandía brillando en la penumbra sobre una mesa; las nubes por el cielo, la brisa que agita la tarde silenciosa; las chicharras en la noche oscura sonando solas.
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Hace poco he sabido que hacia finales de agosto o principios de septiembre los hindúes celebran a Ganesha, dios de la sabiduría y los comienzos.
Al dios lo representan mediante un idolillo de barro sin cocer con cuerpo de hombre y cabeza de elefante cachazudo al que ofrendan comida y flores. Al cabo de una semana, así acaban las fiestas: toman la figura, la llevan hasta el mar, un estanque o un pozo y la echan al fondo; o la familia la mete en un cuenco de agua para que el barro se deshaga.
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En mi pequeña mitología, cada verano de mi niñez es una experiencia fundacional. Un verano, la soledad. Otro, el sentido de la aventura. La desgracia, ciertos libros, las antiguas canciones desconocidas, el comienzo del amor.
Los veranos de la infancia construyen; los de la edad se lo llevan.
Después de comer, un niño echa la tarde en levantar un castillo de arena en la orilla tenazmente, generosamente, hasta que la marea lo sobrepasa. El niño se va; el agua cubre la arena, la deshace, alisa y pule. El sol se adulza. La orilla queda rasa, limpia, perfecta, con la añadidura de la obra que ha sido. ¿Quién saldrá a decir que una vida así no haya sido hermosa?
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La noche que caen las estrellas yo pedí un deseo. Era un deseo noble, era bueno. Y por un momento, bajo la inmensa noche estrellada, sentí que todo lo que veía era bello, también dentro de mí.
Creo que ya te lo dije pero te lo vuelvo a decir, tengo suerte de que mi cumple coincida con tu publicación así puedo considerarlo un regalo (porque es lo que es, un regalo mensual ;-)
Publicado por: shichimi | 31 agosto 2017 en 11:13 p.m.
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pedazo gazapo, "porque" obviamente ;-)
Publicado por: shichimi | 01 septiembre 2017 en 10:20 a.m.
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:DDD Mil millones de felicidades, shichimi. Si me hubiese acordado, te lo habría regalado con toda deliberación. ¡El año que viene! :)
Muchas muchas gracias. ¡Y besos!
Publicado por: Juan Avellana | 01 septiembre 2017 en 10:36 a.m.
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(¿Gazapo? No sé a qué te refieres, shichimi... ;-))))
Publicado por: Juan Avellana | 01 septiembre 2017 en 11:40 a.m.
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"¿Quién saldrá a decir que una vida así no haya sido hermosa?"
Yo saldré a decir que una vida así fue limpia, rasa y sí: hermosa.
Qué bien, qué maravillosamente escribes, Juan Avellana. Siempre me conmueves.
Un abrazo.
Jesús
Publicado por: Jesús | 01 septiembre 2017 en 09:18 p.m.
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De alguna manera, siempre espero con impaciencia a que acabe el mes, que corra, para volver a entrar, a ver con qué palabras iluminas el Alma del Mundo. Gracias siempre.
Publicado por: Raúl | 02 septiembre 2017 en 01:00 a.m.
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Me alegro infinitamente, Jesús. Gracias de corazón. ¡Un abrazo grande!
Publicado por: Juan Avellana | 04 septiembre 2017 en 12:20 a.m.
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Hola, Raúl. Me hace muy feliz lo me dices. Siempre me parece un misterio contar con el favor de personas como vosotros, pero ya soy lo bastante mayor como para aceptarlo con alegría sin hacerme muchas preguntas :) Gracias a ti.
Publicado por: Juan Avellana | 04 septiembre 2017 en 12:25 a.m.
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Un placer leerte, como siempre. Los demás ya lo han dicho.
Un abrazo
Publicado por: José Luis Ríos | 13 septiembre 2017 en 05:12 p.m.
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Muchas gracias, José Luis. ¡Un abrazo!
Publicado por: Juan Avellana | 14 septiembre 2017 en 01:10 a.m.
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