Un momento cumbre

Los españoles estamos viviendo en estos tiempos una de las etapas más cómicas de nuestra democracia. Ya sé que andamos demasiado preocupados por otras cosas para verle ahora mismo la gracia, pero así es.

Noches

A todos los que venís a visitarme por las noches
en la vela angustiosa o en el profundo sueño
quisiera pediros perdón
porque después de tanto tiempo
todo es lo mismo y, como antes
en mi casa hay una silla, un plato y una taza
el huésped es siempre un imprevisto y
yo sigo hablando de las mismas cosas.

Así soy yo. Tanto tiempo después
empleado en pensar, hoy el es el día
que venís a visitarme en medio de la noche
y no os he dicho que os amé una vez y todavía
y siempre, y siempre, y siempre, y todavía.

Periodistas

Por supuesto, en España hay periodistas probos. Yo incluso tengo amigos periodistas. De hecho, uno de mis mejores amigos es periodista.

Punto de vista III

Mi sobrino tiene seis años; su hermana, pronto, tres. Van de acá para allá, cantan, cuentan, lloran, salen con cosas asombrosas. Después de mucho tiempo, así han vuelto a aparecer los niños en mi vida.

Yo me los quedo mirando con curiosidad despreocupada y con cariño, claro, para eso soy su tío. Pero el otro día, de pronto, pensando en el discurrir de su vida, sentí una punzada de dolor por esas cosas de las que no habrá manera de librarlos según crezcan. Y entonces me acordé de cuando yo era niño y levantaba la cara para mirar a un adulto, y aquel aire vago de tristeza que los acompañaba, como el que lleva encima una derrota.

Tus actos son mis sueños

Por la época en que solíamos escribirnos te pregunté por la traducción de unas frases de Shakespeare, del Cuento de invierno, no sé si recuerdas. Con Shakespeare pasa siempre lo mismo: no importa quién anime o malogre una obra suya, ni importa si la peripecia es absurda o bien traída, porque sobre el escenario pasa la voz de Shakespeare como un viento más sonoro que las voces que lo dicen, y encima, es fácil que suceda en cualquier instante un milagro verbal, un deslumbramiento que es puramente lingüístico.

Yo estaba aquel día sentado en mi butaca como con el culo sobre guijarros, cuando fuera de la oscuridad el rey Leontes gritó: «Tus actos son mis sueños», que en el contexto de la obra hay que entender en el sentido de ‘tus acciones son la materia de mis pensamientos’, una frase de un valor terrible, tanto en su manifestación maligna como en la bella: cuando la vida interior de uno da vueltas alrededor de los hechos de otro, bien como una torturada obsesión o al revés, bien como una fuente de maravilla. Sin embargo, hoy me he acordado de la frase, curiosamente, en su significación literal.

Ya te he contado alguna vez que desde hace mucho, si sueño, apenas recuerdo mis sueños. Ayer, después de comer, me quedé dormido en el sofá, tapado con una chaqueta. Estaba cansado. Pero me desperté enseguida, al cabo de diez minutos. Soñaba que abría el buzón del portal y me encontraba una carta que llevaba allí un tiempo sin que yo lo supiera. Una carta aérea como las antiguas, de papel, con una orla de rayas azules y rojas y un matasellos enorme de color añil, y era tuya. Entonces me sobresalté y me desperté.

Vine al ordenador y miré el correo, pero no había ninguno tuyo. Bueno, era normal.

Ya de noche, andando por la calle, me acordé de que no miraba mi teléfono móvil desde hacía un par de días, y me encontré tu mensaje. Y me detuve en medio de la calle con una sonrisa prodigiosa.

[HERMIONE
Sir,
You speak a language that I understand not:
My life stands in the level of your dreams,
Which I'll lay down.

LEONTES
Your actions are my dreams (...).

Cuento de invierno, acto tercero, escena II.]


[En sus Notas a Shakespeare, Samuel Johnson dice: «My life stands in the level of your dreams»: to be in the level is by a metaphor from archery to be within the reach.]

Cine

Las razones por las que el cine español es un fracaso artístico y económico están todas en esta carta de Álex de la Iglesia. Involuntariamente, por supuesto.

Funciones de verdad

Los escaparates están ahí para acercarte a los objetos o para separarte de ellos, depende del día. Hoy he visto una tienda de juguetes y maquetas con estanterías de cristal y un mostrador de madera blanca y pequeñas luces numerosas que brillan; después los estuches de grageas de colores lacados y nombres exóticos alineados como joyas en el escaparate de una farmacia antigua; después, en una librería de arquitectura, libretas de papel agarbanzado, tipografías rotundas sobre paisajes de claridad y rectángulos de paraísos racionales.

Puede que un día yo ande vagando por estas calles grises de un mundo rugoso, sucio, en el que el cristal de los escaparates me separa de otro universo iluminado y perfecto donde personas ajenas viven sus vidas remotas; puede que un día me asome a ellos para participar de la belleza de que es capaz otra gente como yo, vidas simples que incluyen cultivar un prodigio de luz dentro de un redondel como quien hace medrar una maceta.

De esta clase de cosas habla la literatura, y de no entenderla bien viene el peligro y el daño de una educación literaria. En una navidad dickesiana se ven familias junto al fuego, alegrías sencillas y ponche caliente; en la nochevieja despiadada de Andersen esas mismas ventanas dejan fuera a una niña que va encendiendo cerillas hasta que la mata el frío. No es que una historia diga la verdad y la otra no, ni tampoco que la literatura no esté para decir la verdad, sino que hay que entender cómo entender las verdades que la literatura dice, cuando las dice.

« enero 2008 | Inicio | marzo 2008 »