Vida en la ciudad

La menta ha echado flores, pequeñas y moradas.
El viento estremece las copas de los árboles.
El tráfico de fondo, como el rumor del mar contra la costa.

Lo que debo, procuro pagarlo cada día.
Nadie está en deuda conmigo.

Aquí, en esta orilla, entre la paz y la tristeza,
algo que podría llamar felicidad, a ratos.

Mascullé, a duras penas

«... mascullé, a duras penas. Ella me miró como si tuviera rayos X en los ojos». Lo va leyendo a mi lado una mujer en el metro. Y es un libro bien impreso, gordo, de papel agarbanzado y letras redondas y claras. A mí me parece muy bien que la gente lea esas cosas; yo también las leo y a veces disfruto mucho. Pero escribirlas... ¡Señor, las humillaciones por las que hay que pasar para escribir una novela!

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