Septiembre y las mareas
Recuerdo la primera vez que vi la expresión las grandes mareas equinocciales. Fue en una carta, por los tiempos en que se escribían cartas.
A estas alturas del sur aún no es otoño. Entre el verano y el otoño debería haber un nombre para otra estación, breve, esta de la hermosa declinación. A la flor del cerezo, a la luna de agosto o la nieve, añadir la arena blanca y fría y el sol amarillo.
Aquí no es todavía el otoño de las lluvias, sino, como en un par de versos de Septiembre, un verano maravillado, dulcemente triste que aún se sostiene en pie junto a las rosas. September, digo, una de las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss, cuya letra son unos versos de Herman Hesse.
Buscando esas cosas encontré otras. En este foro de buena conversación, Puerto, de M.ª Victoria Atencia:
Escucho las campanas del puente de los barcos:
septiembre es mes de tránsito y una goleta viene
a llamarme a las islas, o el cuarto se desplaza
lentamente. ¿Quién parte
junto a los marineros o quién roza mis muebles?
(...)
Y hay poemas de Eugénio de Andrade o Eloy Sánchez Rosillo, y más. Venga, otro:
Tendré que hablar del espíritu del otoño
ahora que septiembre
ha llegado a su fin.
(...)
¿Será la belleza
el espíritu del otoño? Hay un límite
para el hombre, un límite
para soportar el peso del mundo.
De la belleza, de la bárbara
orgullosa belleza, ¿quién sabe defenderse
sin miedo de que le reviente el corazón?
(El espíritu del otoño, de De Andrade. Aquí, ya digo, el poema entero). Esta es la página de M.ª Victoria Atencia, escritora asombrosa. Y esta traducción de las Cuatro últimas canciones, no sé si justa, pero bella. Y por último Swartzkopf: September, claro.
Como lo que en las playas dejan las mareas.
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