Zenón y las hojas muertas
Esta hoja de cerezo, caída en el suelo, es el mundo.
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¡El domingo hizo tan bueno! Tan parecido a un día de primavera. Hubiera sido un día de primavera solo con haberlo entendido como una isla y no como un punto de una trayectoria, esa que baja escalón a escalón hacia la oscuridad y por la que el otoño se gana su melancolía.
Habría bastado con prescindir del sentido en el que van las cosas y hubiera sido primavera.
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Evitar el dolor sacrificando el sentido.
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Podría escribirse una teoría de la narración literaria como relación entre un punto y un plano, siendo el punto una acción y el plano un proceso que transcurre de fondo. Pongamos que dos personas se conocen acodadas en un puente o que se descubre una vacuna: mientras tanto, un hombre envejece, o un matrimonio se está deshaciendo, o una mujer busca trabajo, o van a perderse las cosechas, o el país se encamina hacia la guerra.
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El mundo no es una opinión.
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Este poema: «Al señor González / le han ingresado la nómina» es un disparate.
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Una patata, un gorro, la estrella Antares, una entrada de cine, un grano de sal. Una azada, un arado, una podadera. La semilla, el árbol, el fruto. Una verde verá la siendo. Un árbol deshojado. Frases con sentido y sin él.
Pero qué sentido. Bueno, parece que por sentido entendemos cualquier orden: causal, taxonómico, gramatical. El sentido de una frase es que se diga ordenadamente a sí misma: «Un árbol deshojado». Con eso basta.
Y en cambio, una persona nace, vive peripecias corrientes, mira a su alrededor y muere, y no basta. Hay que preguntarse por el sentido de esa vida. A pesar de que suceda en sus términos, de que se diga ordenadamente a sí misma. Queremos que la vida —como un poema— tenga un segundo sentido, que señale a otra cosa aparte de sí.
¿Qué otra cosa? ¿Algo que hay ahí afuera, en la oscuridad?
Palabras profundas que tocan ciertas fibras. En "Imprescindibles" (en la 2 de TVE), hablaba el pianista Michel Camilo de su preparación de doce años en Tae Kwondo (¿lo habré escrito bien?) y decía que durante unos minutos el profesor les hacía estar quietos y sólo atentos a sentir el movimiento de la Tierra y -decía- ¡lo sentían! Me impresionó mucho. Quizás es ahí, en ese hueco de la malla del tiempo y del samsara (rueda del sufrimiento) donde se encuentre esa otra forma de percibir. Más allá de lo razonable o racional... esos despertares que te quitan el aliento por unos segundos y que luego tanto se añoran. Lo inexplicable y sólo sentible que vibra en el hilo de una telaraña... por ejemplo.
Avellana, me has hecho pensar y recordar (y recordar que a veces siento), por eso el rollo.
¡Salud en el dulce otoño!
Publicado por: Marisa | 17 noviembre 2014 en 09:22 a.m.
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¡Hola, Marisa! Pues fíjate, le he dado vueltas a esto que dices y creo que a ningún lógico le extrañará la afirmación de que no todo es decible: que sólo se puede decir lo que se puede decir; y lo que se quede fuera de ahí ("más allá de lo razonable", como dices) no es que no exista. Creo que la mayoría de ellos asentirá.
Oye, muchas gracias por la visita y por traer tus palabras y darme que pensar. Salud en el dulce otoño, sí :)
Publicado por: Juan Avellana | 19 noviembre 2014 en 11:40 p.m.
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Bueno, pero lo que se puede decir, aunque no sea "todo" (enorme palabra, inabarcable) bien hilvanado, como estas instantáneas que nos dejas, son muchísimo (que también es una buena medida) por lo que te decía de que, al menos a mi, me acercan a ese algo que hay "ahí fuera en la oscuridad" o ahí dentro, en la oscuridad. Sobre todo porque ahí está lo mejor, lo más interesante, al menos para mí.
No creas que no le he dado también mis vueltas a tu respuesta. Me quedo con tu pregunta final: ¿Qué otra cosa? Lo que me niego a aceptar es que la vida no tenga un sentido que no sea ése, como un poema, el de las pequeñas delicatessen diarias, o semanales, o de cuando en cuando. Lo que no tiene sentido es justo lo otro, lo demasiado evidente, porque es como un chapapote mental del que no conseguimos salir, una abducción, una hipnosis perversísima.
Gracias mútuas. Con tus palabras -si las entiendo bien- me siento más acompañada en esta especie de espeleología vital.
Publicado por: Marisa | 21 noviembre 2014 en 08:36 a.m.
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