El mundo de Avellana
Todo el barrio está cubierto otra vez de semillas de olmo. Las aceras, los alcorques, los charcos. Sin embargo, este abril me recuerdan a lo que escribí el abril pasado.
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Sé que el cerezo florece cada año. Pero ese conocimiento no es más que una noción. En cambio, el hecho ante mí es un relámpago, un portento.
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La vida es eso que te dicen que va a pasar, y pasa.
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Cuando era muy joven me aprendía montones de palabras, por si acaso. Creía que un día podría necesitarlas, como esas precauciones que se meten en el equipaje para los viajes largos. Y como en los viajes, la mayoría nunca me hizo falta.
Palabras inútiles y bellas: ampo, la blancura resplandeciente.
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Entre la tarde y la noche, las flores del cerezo refulgen en la oscuridad, como si estuviesen llenas de luz de día. Yo me voy hasta ahí y me quedo al lado, sin saber qué hacer con ello. Me quedo a su lado y miro.
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Me habría conformado con comprender la vida, cuando lo que hubiese querido es vivirla siempre.
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Aquí a la derecha, en el blog, puse una acuarela nevada, Farm Pond. Lo que yo no sabía es que su pintor —Andrew Wyeth— es el mismo de El mundo de Cristina: una chica de espaldas en un campo pardo, arquetípicamente norteamericano; al fondo una casa de madera, un granero, un cobertizo; una loma suave que se eleva hasta formar el horizonte y Cristina ahí en el medio, en el centro de su mundo.
De pie en esta habitación, casi a oscuras, mirando hacia la terraza, de pronto se me ocurrió que estaba en el centro de mi propio cuadro: la luz en los pétalos del cerezo, la terraza en sombras cubierta de sámaras, las hojas de las plantas, las voces del vecindario, el cielo de Madrid que se apaga despacio como un cristal adormecido, el ordenador, la mesa, yo.
¡Y yo buscando no sé qué de una cía. de seguros! Y va y se me olvida. Me uno a Avellana a Cristina y a los contemplativos de la pradera. Y como música de fondo, la barcarola de Tchaikovsky. No me esperaba este viaje a esta hora de la mañana. Gracias, es lo menos. En vez de volver a la realidad, me has hecho volverme a mi realidad, la fetén. Repite, repite... ya sabes que los artistas siempre repiten un tema, "su" tema. Pero la realidad viene como una apisonadora, una y otra vez. Sin embargo, estos momentos de "recuerdo" (recuerdo lo que soy, no quien soy que cada vez me interesa menos) son esenciales. ¡Muy bien, Juan! Esto es quitarse la venda de los ojos, lo demás, tonterías. ¡Caray con el arma cargada de... presente y de presencia!
Publicado por: Marisa | 11 mayo 2016 en 09:05 a.m.
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También me evoca Youkali.
Publicado por: Marisa | 11 mayo 2016 en 12:36 p.m.
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Intento en esta ocasión no comparar, ni establecer similitudes o semejanzas. En fotografía es difícil tomar una foto por sí misma, no utilizar el "esta foto me recuerda a...".
Tú mismo utilizas el texto del año pasado referido al abril, que ya leí. "Alcorques", no sé lo que significa.
Muchos de mis alumnos aficionados adultos saben cómo se toca el piano, pero no saben tocarlo. Con los niños sucede al revés: saben tocar el piano, el hecho en sí, pero no saben cómo hacerlo. Yo mismo sé cómo juega al futbol... Messi, pongamos por caso, pero no sé jugar al fútbol.
El cerezo, Tokio.
A cierta edad la vida es lo que va quedando atrás.
Trato habitualmente con personas que hablan en catalán, y yo me esfuerzo en hablar, cada vez mejor, el castellano, por educación. Entiendo perfectamente el catalán, aunque no lo hablo.
Ver y oir... llover no sirve para nada, yo no sé qué hacer con ello, como no sea contemplar.
Vivir es estar dentro, contemplar es estar fuera, creo. No tenemos más remedio que estar dentro, vivir la vida, no contemplarla más que para esto, escribir, fotografiar...
El último párrafo va aparte, para otro día.
Un abrazo
Publicado por: José Luis Ríos | 11 mayo 2016 en 03:11 p.m.
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Hola, José Luis: dices "vivir es estar dentro, contemplar es estar fuera, creo". Fijate a mí me parece compatible contemplar con vivir. Es estar, igualmente, pero de otra manera. Creo. No es una observación de inventario. Es, para mí, salirse del tiempo horizontal y entrar en la dimensión vertical del tiempo presente: a lo profundo.
"La vida es estar dentro". Bueno, para mí eso es sólo una parte de la vida. La contemplación puede ser otra parte, distinta, pero puedes sentir otros aspectos de la vida y la existencia que en la vorágine cotidiana pasan desapercibidos.
Para mí, ciertas joyitas, como los texto de este blog o una música determinada, son vida, otra vida, la que quizás todo el mundo ha intentado que olvide y que ella, pertinaz a la vez que lejana, se empeña en emerger. Es mí vida, frente a lo que se supone que es "la vida".
Youkali existe.
Me disculpo por enrrollarme.
Publicado por: Marisa | 13 mayo 2016 en 09:17 a.m.
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Hola, Marisa. Digo, más exactamente: "Vivir es estar dentro, contemplar es estar fuera, creo. No tenemos más remedio que estar dentro, vivir la vida, no contemplarla más que para esto, escribir, fotografiar..."
En sentido general todo es vida, pero para realizar productos... culturales, o artísticos, y a esto me defería, -este es un terreno muy resbaladizo- , parece que ciertas personas siguen un mecanismo parecido a este: viven, contemplan, reflexionan y, después, cristalizan su experiencia sobre lo que han vivido en textos, fotos, músicas, películas, obras de teatro, cuentos, novelas, discos, canciones, fotolibros, cortos, perfomances, blogs... en fin, sabes a qué me refiero. Los productos culturales, este blog, me parecen un destilado de la vida, y claro que son vida, a otro nivel, pero son el resultado de contemplar la vida, vivirla, qué remedio, reflexionarla y destilarla, eso es lo importante. Bueno, yo lo veo así, claro.
No te disculpes por enrrollarte, al menos yo no lo tomo mal, solo faltaría. Gracias por tu respuesta, un abrazo.
Publicado por: José Luis Ríos | 13 mayo 2016 en 02:40 p.m.
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Hola, Marisa, José Luis. Esta mañana me encontré esta frase de María Zambrano y me acordé de esta conversación vuestra: "La realidad nos cerca y, sin embargo, hay que buscarla". Aparte de quedarme deslumbrado por su sencillísima genialidad, me acordé de vosotros.
Como me pasa a veces, llevo bastante rato dándole vueltas. Pero dándole vueltas bien, o sea, muy entretenido pensando. Incluso me he visto leyendo una cosa que no había vuelto a mirar desde que estudiaba la carrera, hace mil millones de años.
Yo sospecho que vuestras posturas respectivas no se contradicen, sino que más bien toman una misma cosa (el objeto artístico) desde perspectivas diferentes. Pero sólo lo sospecho; no lo puedo razonar bien. Me recuerda a (hablo metafóricamente) cuando se dice del signo lingüístico que es señal, sintoma y símbolo a la vez, o como cuando los antropólogos distinguen emic y etic. El objeto artístico en cuanto acto de creación frente a el objeto artístido en cuanto signo con un referente... Algo así.
Pues eso, gracias a los dos por compartirlo aquí :)
Publicado por: Juan Avellana | 15 mayo 2016 en 12:17 a.m.
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Hola otra vez, Marisa. Me alegré mucho la otra mañana cuando leí tu reacción. Me alegro de haber conectado siendo tan, hum, tan ensimismado. Uno habla de sí mismo no porque se trate de un gran tema, sino porque cree que puede ser común a otros (y le queda muy a mano :)
Me encanta esa diferencia que haces entre la vida y mi vida. Me acuerdo de que una vez un chiflado se me sentó al lado en el pretil de una fuente y, al verme con una cámara en las manos, me/se preguntó que por qué la gente hacía fotos que ya estaban hechas muchas veces. Yo normalmente tengo simpatía por los chiflados, pero a este le miré con desdén y pensé: "Coño, pues porque la gracia es que las haga yo; es como si me dices que para qué vas a acostarte con alguien si eso ya lo hizo uno una vez". Pero no se lo dije porque creo que estaba chiflado de veras ;))
La vida es el mapa (un dibujo abstracto que no existe de veras) mientras que mi vida es el territorio. Mi vida es otra cosa; es este hecho que brilla aquí.
Y por cierto, que me pasé un par de dias tarareando Youkali por tu culpa. Eso también te lo agradezco :)
Publicado por: Juan Avellana | 15 mayo 2016 en 12:39 a.m.
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Hola, José Luis. Pues yo siempre he pensado exactamente en tus términos: quizá en parte porque también di clase, en su día; aunque imagino que, sobre todo, porque yo soy así por carácter, que disfruto organizando los conceptos de cualquier materia. Pero últimamente lo tengo muy abandonado. O ello me ha abandonado a mí, no sé.
Igual lo he mencionado ya antes, esa sensación de que mi inteligencia se ha ido yendo a la clandestinidad. Lo que quiero decir con eso es que cada día me noto más tonto e inintelectual, pero cuando ya me doy por perdido, encuentro que en la práctica no me va peor que antes, sino quizá al contrario. O sea, que hago mejor las cosas pero sé menos de ellas. Algo así.
Por cierto, que especialmente una de tus frases me ha encendido una luz, la de "Vivir es estar dentro, contemplar es estar fuera". Ya te digo que yo siempre he sido así, o me he sentido así. Por eso mi sorpresa en Navidad, aquello que contaba en el post de diciembre: "El mundo es eso que veo y yo también". Ahora (al leerte) creo que entiendo mejor lo que estaba comprendiendo entonces sin saber bien qué: que contemplar no me saca del mundo.
Desde entonces pienso a menudo en esa frase (para mí) enigmática de Wittgenstein: "Que estoy situado en él [en el mundo] como mi ojo en su campo visual". Pero creo que me falta bastante para comprenderla en sus consecuencias :D
Un abrazo, José Luis.
Publicado por: Juan Avellana | 15 mayo 2016 en 02:06 a.m.
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Hola, José Luis: sí, somos auténticos crisoles, especialmente cuando el resultado es el "objeto" artístico (sin entrar a mayores). Estamos de acuerdo. Son muy interesantes y enriquecedoras las reflexiones de ambos. Quizás esté yo muy obsesionada con casar a Dios y al diablo: mi vida, mi "territorio" (me suena que incluso hay un anuncio que te "vende" "tu territorio"), que dices, Avellana, y el descontrol de los acontecimientos que trae la vida, la mayor parte difícilmente digeribles. Ahí estamos.
Un saludo y un placer este intercambio.
Sí, siempre es mejor tararear Youkali que la barbacoa, pero se me ha pegado al cerebro como un chicle y empiezo a cansarme. Voy a ver si encuentro otro juguete para esta mente que se ralla con tanta facilidad.
Publicado por: Marisa | 17 mayo 2016 en 09:44 a.m.
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