El otoño
Ahora tengo rosas. Durante años, de vez en cuando aparecía alguna rosa sola; este verano han brotado muchas, por primera vez.
De ellas solo una ha olido, y era una gloria. Los pocos días que duró, yo salía a la terraza, olía con los ojos cerrados, me daba la vuelta para entrar y ya lo había perdido. Así doscientas veces.
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Hay que explicarles a los niños que no todo tiene un nombre.
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(El año pasado, un día que había dejado abierta la puerta de la terraza, el viento deshojó la solitaria rosa madura y la esparció, y al volver del trabajo me encontré la casa sembrada de pétalos granates).
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Al principio, traer el otoño parece sencillo. Basta asustar a unos gorriones, traducir unos versos de Rilke, comer manzanas, echarle miel al queso, y empieza a venirse él solo: la línea de la pleamar sube por los postes del embarcadero; crecen las sombras de los niños sobre la tierra; amarillean los ápices de las hojas. Sin embargo, en la playa hay un inocente sentado, agarrado a sus rodillas, mirando las olas con tal felicidad, oyendo el viento y los pájaros, que detiene el engranaje del universo. El verano se queda, aunque ya distinto, con el aire del que sonríe pero en el fondo está preocupado.
Llegados aquí, si se quiere traer el otoño hay que emplearse a fondo, echar el resto.
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Aún era verano. Pensé: «Este día será pronto un recuerdo».
Como en el poema de Manrique, el mar al que van a dar los días es el recuerdo, que es su morir, su más allá, su cielo.
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Me encontré este poema:
Dios mío, que nunca acaben
el mar y la arena,
el murmullo del agua,
el brillo del cielo
la oración del hombre.
Se llama Marcha a Cesarea; lo escribió Hannah Szenes con 21 años.
[Los versos de Szenes los he sacado de aquí (en inglés):
http://www.haaretz.com/israel-news/culture/poem-of-the-week/1.643772]
[Quién fue Hannah Szenes (en inglés):
https://en.wikipedia.org/wiki/Hannah_Szenes]
No suelo conocer, habitualmente, a tus poetas, pero me he propuesto arreglar mi desconocimiento casi absoluto sobre Borges.
Un abrazo.
Publicado por: jose luis rios | 03 octubre 2016 en 11:58 a.m.
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Hola, José Luis. Pues me alegro, porque soy un grandísimo partidario de Borges.
Eso sí: siempre he pensado que el estatus universal que ha alcanzado Borges (en su vejez y tras su muerte) es, hum, anómalo. No porque le falte calidad ni nada semejante (en eso está por encima de cualquier otro), sino porque no es un escritor general sino, al contrario, peculiar, particular, determinado. Por sus temas, que son muy específicos, y por la forma en que los encara.
O sea, que es perfectamente razonable decir (como me han dicho a veces) "es que a mí Borges no me gusta", porque bien puede ocurrir que te resulte completamente ajeno; no hay nada extraño en eso.
En cambio, sí que me parecería extraño que alguien me dijese que no le gusta, digamos, Tolstói, o que Tolstói le resulta ajeno. Digamos que Borges es un raro, mientras que si a uno le es ajeno Tolstói es que el raro es uno :)
Publicado por: Juan Avellana | 03 octubre 2016 en 11:55 p.m.
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Bueno, hablo todo el rato del Borges narrador, que es lo que le ha dado fama. El Borges poeta también me parece soberbio, pero es nítidamente clásico, lo cual significa que también es más universal. No creo que ningun hispanohablante sienta extrañeza o ajenidad ante la poesía de Borges.
Publicado por: Juan Avellana | 04 octubre 2016 en 12:01 a.m.
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