Nochevieja de 2017
Cuando termina diciembre parece como si el mundo se acercase a una conclusión y yo quisiera estar presente para oírla. La tarde de Nochebuena anduve hasta donde siempre, al espigón, bajo un sol amarillo y un aire claro. Las quebraduras de los acantilados se perdían a lo lejos, en la leve calina, hacia Vizcaya. El agua era un murmullo.
Volví dos días después, una oscura tarde cruda. Detrás de mí el álamo blanco; delante una isla. Las olas negras atronaban contra el fondo con el ruido seco con que caen las rocas.
En el ser mismo de las cosas hay un valor. Por eso querría que, al escribir, cualquier cualidad quedase en la cosa, no en las palabras que se dicen de ella.
Como un barco que cruza el mar y se abandona al poner el pie en la playa, hace falta una lengua que lleve hasta las cosas y entonces desaparezca.
Este año estoy lejos; no voy a sentarme a la orilla del mar hasta que se cierre la noche. La piedra, el agua, el árbol y la arena están allí, que es todo lo que basta.
Feliz año.
no ideamos
no partimos
palabra y cosa
guardemos silencio
hagamos nido
caracola humilde
siente caracola
Feliz año.
Publicado por: Raul | 01 enero 2018 en 08:32 p.m.
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Qué maravilla, Raúl. Justamente así :)
¡Feliz año!
Publicado por: Juan Avellana | 03 enero 2018 en 01:16 a.m.
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Que sea muy feliz también para ti, Juan.
Una imagen se me ha venido enseguida a la mente según leía: "El viajero contemplando un mar de nubes" (o también, según Wikipedia, "el caminante ante un mar de niebla"), de Friedrich. Y me ha parecido que podía escuchar los pensamientos de ese personaje. Muy evocador.
Solo un comentario sobre las palabras como vehículo (si he entendido bien la frase "hace falta una lengua que lleve hasta las cosas y entonces desaparezca"). Las palabras por sí mismas son capaces de crear y transformar realidades que... no sé cómo explicarlo... que tienen vida propia, que son como seres que comienzan a vivir en cuanto se aparecen y, no digamos ya, se pronuncian. Varitas mágicas o algo así. Eso si es que no he interpretado mal.
En todo caso, que los Magos nos traigan palabras buenas, amables y consoladoras. Y si no, ya nos encargaremos nosotros, aquí, de que así sea.
Publicado por: Marisa | 04 enero 2018 en 08:16 p.m.
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Hola, Marisa. Sí: a mí también me parece que las palabras tienen esa virtud creadora, absolutamente. Pero esta vez yo estaba pensando en otro uso del lenguaje literario: no crear sino señalar, revelar lo que ya está creado.
(Lo cual también tendría su parte de magia: que por decir una cosa aparezca su ser, ¡ahí es nada! ¡Lo bien que habría que decirla!).
Publicado por: Juan Avellana | 08 enero 2018 en 03:31 p.m.
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