Variaciones

Un estudiante se detiene en la calle y se asoma a un zaguán sombrío, fascinado por los cristales rojos de la puerta vidriera que relumbra al fondo. Una niña que camina bajo una arboleda encuentra un sendero que nunca había visto, casi cerrado por la espesura. Siguen el sendero o cruzan la puerta, recorren una pradera interminable de hierba lisa o una sucesión de estancias crecientemente fantásticas, un breve laberinto vegetal, un cielorraso añil tachonado de estrellas, un claro en el bosque donde se oye una música, un arroyo circular con peces dorados y rojos, ramas cuajadas de frutas extrañas y cantos de aves del paraíso, un aljibe milenario donde crecen nenúfares y violetas de agua, infinitos anaqueles con caracolas marinas, árboles de corteza broncínea y savia de oro, un rinoceronte de piedra, un unicornio, una piscina nocturna en la que fosforece una danza lenta de medusas. Uno y otra terminan el camino o salen de la casa y van a dar aquí, a este presente: el personaje se mira a sí mismo y a los lectores y entendemos que el párrafo se ha alargado 80 años.

El estudiante y la niña son variaciones argumentales de una misma historia que me vuelve a la cabeza desde hace tiempo. Este verano, sentado en la playa, imaginé un niño absorto contemplando largo rato la orilla cambiable, el imperceptible movimiento de la marea. Cuando el niño aparta la vista del mar y se incorpora soy yo, hoy, y le hablo al texto (solo que esto ya no es ficción sino una mera elipsis).

A la larga uno aprende que hay un hecho muy grande: el suceso central de estar vivo y en este mundo, y —creo que es eso lo que mi imaginación está intentando narrar— ese hecho es de un orden tal que el resto de las peripecias se pueden contar al vuelo, como suspiros.

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Comentarios

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La vida, el simple acto de estar vivos, ya es algo raro y único. Las vidas se bifurcan, saltan, el estar vivos es una ramificación infinitas de cosas que nunca se produjeron...

Si lo piensas bien es para volverse locos

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¡Hola, Beauséant! Pues sí, así es. Aunque pensarlo bien también puede ser una fuente de alegría.

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Estamos vivos. Como diría aquel y en los tiempos que corren: que ya es bastante.

Hola, :-)

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Hola, Donna. Pues sí, es un buen resumen para estos tiempos: estamos vivos. Y dando guerra. ¡Cuánto tiempo! :)

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