Los días

Acaba de ponerse el sol. Queda solo la limpia luz de oro, el rescoldo del día. El cielo amarillo, blanco, azul, violeta.

¿Cuánto valía esta tarde que se ha ido?

 

Imagina que las páginas una vez leídas cayesen hacia el pasado para siempre, como los días. Que cada párrafo se deshiciese consumido por los ojos, que al volver una hoja solo quedase el banco del papel. Que no se pudiese releer, salvo de memoria.

 

La lectura es lo más parecido a una vida que pudiera vivirse de nuevo.

 

Yo creo que mi pregunta fundamental, a estas alturas, es si quiero encontrar formas o si quiero crearlas. Digo formas —lo escojo con cuidado— por no decir belleza, ni orden, ni sentido, que eran las primeras palabras que se me venían a la mano. (Figuras sería una buena palabra también). Porque es difícil usar sentido, orden, belleza sin prefigurar una realidad superior, sin que parezca que uno echa a andar a redimirse.

 

Las hormigas de mi terraza hacen su vida y yo la mía, aunque las dos a veces se cruzan.

Comúnmente, se considera que los animales pequeños sueñan con cosas pequeñas y los animales grandes con cosas grandes. Excepto la hormiga, que es grandiosa en proporción a sus sueños. Sueña con selvas, con atardeceres, con galaxias, con vastos vientos tibios, con el destino.

 

Los días son más importantes que los libros. Aunque para saberlo —para llegar a esa experiencia de los días— yo he necesitado los libros.

 

Las hormigas miran las estrellas. Creen en hormigas de luz, brillantes allá arriba, en aquel espejo oscuro.

 

Almanaque: del ár. hisp. almanáẖ ‘calendario’, y este del ár. clás. munāẖ ‘alto de caravana’, porque los pueblos semíticos comparaban los astros y sus posiciones con camellos en ruta (DLE).

 

Algunas especies de hormigas: hormiga acróbata, hormiga cabezona, hormiga loca, pequeña hormiga negra, hormiga casera apestosa, hormiga fantasma, hormiga de fuego.

 

Un sol fresco, un viento suave, razonables tardes de luz, noches tranquilas. Muchos días de septiembre no se distinguen de la primavera, sin razón para la melancolía. Bastaría solo con no saber adónde van.

Pero vivir así, sin saber, en un presente interminable, es una fantasía. También estoy hecho de tiempo, y eso no puedo arreglarlo.

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Comentarios

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Debemos medir nuestras fuerzas en función de aquello a lo que nos hayamos enfrentando. Y sí, las hormigas, según ese criterio, son enormes... quizás su secreto sea que asumen las cosas según vienen, no tienen un esquema de valores ni un orden dentro del universo, viven cada día como esas hojas que se vuelven blancas al pasarlas...

*

¡Hola, Beauséant! Tu hipótesis bien podría ser así. Lo tengo sencillo para comprobarla, porque ellas y yo compartimos casa, como quien dice. Solo tengo que estar atento y acercar la cabeza.

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