Noche de verano en la ciudad
En verano, esta enorme ciudad despoblada tiene el aire de un sueño. Las calles vacías, el viento caliente, los semáforos a solas que se abren y se cierran. Así, es fácil ver aquello que no está, como si el espacio que dejan los cuerpos viniesen a ocuparlo los espíritus.
A mí se me aparece mucho el fantasma de lo que nunca llegó a ser. Vuelve, incordia, me estorba el sueño.
De noche, a lo lejos, se ven relámpagos sin ruido, quizá fuegos de fiestas lejanas.
Una noche, de madrugada, yo seguía despierto en la azotea, y en lo alto la luna de agosto. Entonces, por primera vez en muchos días fatigosos, se levantó un viento fresco que atravesó la casa. En el silencio, en la ciudad dormida, me llegó el viento de la noche, agradecido en la piel, iluminado por la luna. Las puertas y las ventanas estaban todas abiertas.
Antes de escribirlo, el poema ha ocurrido.
El poema es la sombra de otra cosa. De cómo es una cosa en el cielo de las cosas, por así decirlo.
Los poemas viven en otro plano, el cielo de los poemas si lo quieres llamar así. En las noches de verano en la ciudad, cuando todo es calma, bajan a susurrarte palabras al oído.
No todo es malo en las ciudades en verano, ¿verdad?
Publicado por: Beauseant | 06 septiembre 2024 en 10:19 a.m.
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Hola, Beauséant, me alegro de verte.
No, qué va. No todo es malo, no :))
Publicado por: Juan Avellana | 07 septiembre 2024 en 01:45 a.m.
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