Si esta noche en la Tierra

Si esta noche en la Tierra cien personas soñasen a la vez con una misma casa de cristales de colores cuyas ventanas se ven brillar en la oscuridad sobre un monte, nadie lo sabría nunca.

Podría ocurrir incluso que cada una de esas personas llegase solitaria por su lado y entrase en una de las habitaciones inumerables, que están extrañamente dispuestas, como si allí se hubiese empezado a montar un diorama. Un hombre menudo, calvo, recibe al visitante y le refiere algunos hechos sin ilación, mayormente anodinos. En la habitación puede haber muebles de madera, libros y cartapacios, grandes animales disecados, objetos desparejos en baldas, paisajes sin gente en cuadros pintados o en pantallas de televisión, camas deshechas, aparejos de pesca o de labranza, alfombras que imitan la hierba, el suelo de una caverna o una alfombra. Y aunque el sueño tiene un aire general de extravagante rareza e intriga, el soñador deja la casa sin sacar mucho en limpio.

Aún más, podría ocurrir que ese hombre lampiño y frágil le hubiese contado a cada uno de los visitantes un hilo de cierta historia secreta que, puesto en el lugar que le corresponde, unido a los otros, vivificado por la concatenación de los actos, compusiese un relato asombroso que desvela parte de la verdad del mundo. Y si eso sucediese esta noche, nadie en la Tierra, al despertar la mañana, lo sabría nunca.

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