Septiembre y un grillo

La otra noche caminaba bajo la primera lluvia del otoño y cantó un grillo. 

Iba por una arboleda destartalada, al final de la ciudad, y empezaron a caer —despacio, como sin convicción o por descostumbre— unas pocas gotas gordas, tibias, que al rato se hicieron una lluvia mansa sobre las hojas. Pensé: «Esta es la primera lluvia del otoño». Y entonces oí la voz de verano del grillo, en la oscuridad, y sentí una grandísima continuidad y una esperanza.

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