No quiero que este día acabe
A mediados de julio fui a conocer el Cementerio del Bosque. Ya era muy tarde; no me crucé con nadie. Volviendo hacia la salida, entre las sombras del innatural atardecer del norte, vi que junto a una de las lápidas mínimas esparcidas bajo los pinos temblaba una vela.
Ese fueguecito contra la noche grandísima de la muerte.
Antes de que quien la encendió hubiese llegado a su casa y hecho la cena, la vela se habría apagado. Y así todas las que pueda prender en su perseverancia. Y la llama misma de su vida se apagará también, como un suspiro, y las de todos los que conocen su nombre.
La vela es nuestra conmovedora voluntad. ¡Cómo querríamos una llama detrás de todas las llamas que no haya de apagarse nunca!
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Un día —algún día del año pasado— leí que el actor Mandy Patinkin hablaba en una entrevista de la alegría que le daba su trabajo. Sentado en el set de Homeland, rodeado de jóvenes brillantes, se decía: «No quiero que este día acabe».
La frase se me quedó prendida en cuanto la vi, y desde entonces me la digo a veces. No es que en un momento dado yo sea especialmente feliz, ni que me pase nada inédito o grandioso. Es solo esa sensación de eternidad presente, esa fortuna.
Hace un rato he salido a la terraza y he visto que a las plantas ya les empiezan a fatigar los días, aunque aún estamos en lo más alto de la estación. En cuclillas, mirando despacio las hojas espesas, bien formadas, he pensado: «No quiero que este día acabe». No quiero que se acabe nunca este verano. Por favor.
[Skogskyrkogården (un PDF):
http://www.skogskyrkogarden.se/docs/ladda-ner/NyaPDFer2012/
skogskyrkogarden_2012_es.pdf
«I don’t want this day to end», el artículo de Nathan Kontny donde supe de la entrevista de Patinkin:
http://ninjasandrobots.com/i-dont-want-this-day-to-end
Podcast con la entrevista (en inglés). El asunto que nos concierne empieza hacia el minuto 12:
http://podcast.cbc.ca/mp3/podcasts/qpodcast_20130306_44605.mp3]