Hace un tiempo intenté una serie de posts que llamé Lomografía, porque eso intentaba: reproducir —de palabra— fragmentos de imágenes con que me cruzaba. Enseguida tuve que dejarlo, quizá por un problema técnico inherente al asunto, quizá porque lo mío sea la fotografía de estudio, quién sabe.
Así todo, he seguido anotando las cosas de la gente con que me cruzo, pero casi siempre palabras, no imágenes.
Esto son frases que he oído al paso (mayormente en Madrid, aunque no sólo) a lo largo de, no sé, por lo menos un año:
Dos chicas, de alrededor de veinte años, en un vagón del metro. Tienen aspecto de buenas alumnas. «Yo no aguanto las cucarachas —dice una—. En casa de mis padres de vez en cuando se ve alguna. Me da miedo que se me puedan meter por los oídos mientras duermo, así que me pongo unos algodones. —Se echa a reír—. Para que no puedan meterse».
En pleno centro de Madrid, una funcionaria cuenta que está haciendo un cursillo de pastora. Andará por los cuarenta y tantos. Tiene un aire un poco triste. «¿De religiosa?» La funcionaria sonríe levemente: «No, sí, sí, de pastora, de ovejas».
Por los pasillos del metro, una señora va cantando algo que parece una canción infantil, solo que la letra es muy extraña, dice: «Todo va cambiando / a mi alrededor».
Dos hombres y una mujer, jóvenes, en medio de la calle: «Se ha dicho que soy un yonki y un hijodeputa».
En el gimnasio, dos hombres se preparan para entrar en la clase de taichi. Uno le está contando a otro una conversación con un tercero: «¿Que así se fortalece tu sistema inmunitario? Entonces come mierda».
Un señor que está comprando algo en el kiosco: «¿Morirme? Ya lo sé. Cuando me toque».
En la línea 3 del metro me encuentro al célebre niño de la serpiente sin cabeza. Tiene como siete u ocho años. Está llorando. Su madre me explica que le han regalado una serpiente de plástico en El Corte Inglés; el niño ya venía todo el camino emberrenchinado, y en eso va y pierde la cabeza de la serpiente recién estrenada y entonces ya es inconsolable. Cuando la madre termina el relato, él afirma con fatalismo que jamás se irá del metro hasta que encuentre la cabeza. Un pasajero de acento andaluz le dice: «Entonces te convertirás en el célebre niño de la serpiente sin cabeza de la línea 3». Él no se ríe nada, nada. Los ojos verdeazules le relumbran con las lágrimas.
En la playa. La madre: «Espera un momento a que llegue tu padre y te vas con él. ¿Dónde se habrá metido el mamón?». La niña: «Yo no quiero ir con papá. Es un guarro».
Entran en el vagón un chico y una chica y se sientan frente a un hombre de cuarenta y algo que va oyendo música. Los dos primeros dan la impresión de que fueran compañeros de oficina. Él va de traje; ella tiene un aire a una Uma Thurman con la cara más tierna, y al sentarse, sin dejar de charlar con su compañero, ha mirado directamente al hombre de la música y así se han quedado un momento dulce, mirándose. Ella le dice al del traje que su madre no le deja tener gatos en casa, y éste le contesta: «¿No?». Y el de la música: «Yo te dejaría tener cocodrilos», piensa.
[¿Qué es la lomografía?:
http://www.lomospain.com/lomografia/lomografia.php]
[Overheard in New York
http://www.overheardinnewyork.com/
es algo parecido a esto, pero mucho mejor. Para llorar de la risa. Aquí, un par de antologías:
http://www.overheardinnewyork.com/pages/mostpopular.html
http://www.overheardinnewyork.com/pages/favorites.html]