El tercer universo
Existe un universo paralelo a este universo nuestro, uno que lo contrapesa y lo completa. En uno de los mundos, el ser ha sido desde el principio, inmutable y eterno. En su gemelo, el ser aparece al fin tras la infinitud del caos primordial. Hay, pues, un universo del inicio y un universo del fin, un universo que fue y uno que acaba siendo; y así se satisface el equilibrio del Todo y la inquieta razón.
Y sin embargo, una imaginación barroca ha fantaseado esta historia: que en ocasiones la pared del cosmos puede llegar a romperse, y a través del desgarrón los dos universos opuestos se rozan y se mezclan. En esa intersección fantasmagórica surge un mundo extraño donde el ser no es principio ni final sino el fluir sin pausa de un estado a otro. El ser no queda, sino que pasa. Lo que ha sido se precipita acezoso hacia lo que será, como desde el monte se despeña un río. Los metales se forjan y se funden, se abaten las montañas, cambian las figuras de los animales, los anchos mares se retiran y se extienden, donde hubo hielo hay pasto y sal y lago y piedra, cambian los climas, las estrellas maduran y mueren como las hojas, y los hombres crecen, gritan en el aire y desaparecen.