Hacer felicidad a comienzos del verano

La felicidad se elabora a partir de ocho flores pequeñas, como las que brotan en los descampados cuando llueve: moradas, blancas, amarillas, azules. Son de ocho especies distintas de nombre desconocido, salvo para el botánico. Este coge una flor, recién cortada, y la echa al mortero llamándola con voz clara. El nombre es alto y limpio, tan placentero que los presentes, al oírlo, despacio, cierran los ojos y sonríen.

El botánico coge la siguiente flor y la nombra, y luego la siguiente, y así caen las ocho al seno del mortero en su orden debido, y entonces las machaca brevemente. Esto hay que hacerlo deprisa, mientras, por decirlo así, reverberan los nombres en el aire.

Con ello el botánico ha terminado. A partir de ahí, un boticario preparará una suspensión al modo habitual, que se puede usar menudamente o consumir de una vez, si se prefiere. En tal caso la felicidad durará de un mes a mes y medio, según la constitución fisica de la persona y su temperamento.

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